miércoles, 6 de octubre de 2010

Mara del Valle. 3º E.S.O.

Buscaban a alguien, no se sabía a quien, tenían las caras llenas del cansancio acumulado tras varias horas de búsqueda. El más pequeño tenía lágrimas en la cara, hinchada de tanto llorar. El mayor movía rápidamente los ojos en busca de alguna señal o pista que les condujera hacia el desaparecido. Sin embargo, la hermana mediana buscaba con los ojos iluminados de esperanza y con paso firme. Transcurridas otras dos horas el hermano mayor decidió llevar de vuelta a casa, a su hermano que ya no podía con el cansancio, su hermana decidió que ella se quedaría por los alrededores un poco más. Mirando cual rincón vio en uno, una sombra pequeña seguida de unos maullidos de angustia. Se asomó, y divisó el objetivo de su búsqueda, allí estaba la gata gris, la tan apreciada y cariñosa gata de su hermano, se fijó bien, y descubrió a otros tres gatos muy pequeños detrás de la gata acurrucados entre sí, aunque también se pudo dar cuenta de que a la gata le faltaba su ojito derecho. Aquel hecho podía haber sido realizado por una persona que en vez de buscar a un animal para llevarlo de vuelta a su hogar, sólo se encontrara con la gata, y desatara sobre el indefenso animal su rabia debida a una discusión, un mal día o cualquier razón, como la de no querer que la gata se acercara o por puro odio a ella, que hizo el efecto, de dejar a una madre con dolor, sin ojo y sin un lado por el que poder proteger, por lo que ha escapado de su hogar, por lo que vive en una esquina al frío de la noche, por sus gatitos.

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